Deporte Rural - Harrijasotzaile
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Harrijasotzaile
El canto rodado del río o el peñasco de la montaña debieron ofrecer al vasco, desde tiempo inmemorial, fácil oportunidad para probar sus fuerzas.
Como en los restantes deportes rurales ningún documento escrito nos ha llegado sobre el levantamiento de piedra.
Es éste, posiblemente, el deporte más antiguo pero de más corta historia. Poco queda escrito de épocas anteriores a Arteondo. Fue este levantador quien llevó las piedras a la plaza pública para exhibiciones, marcando los pesos y dimensiones “clásicas” de la piedra. Hasta él, los desafíos no fueron espectáculo programado y reglamentado.
En las romerías del patrono del pueblo, caliente la sangre y la cabeza por los vapores de la sidra, los jóvenes buscaban un objeto para probar sus fuerzas. El más a mano era un simple peñasco sobre el que apostaban a nivelarlo sobre el hombro.
LAS PIEDRAS
Cuando ya entrado el siglo XX la apuesta se llevó a la plaza el público exigió una reglamentación en los pesos y en la forma de las piedras utilizadas por los atletas de tal forma que quedaran fijadas sus características y pudieran servir de referencia en este tipo de pruebas. El trozo de roca de forma irregular utilizado hasta entonces fue desbastado por los canteros adoptándose clásicamente cuatro formas geométricas: el cilindro, el cubo, la esfera y el rectángulo.
La forma cilíndrica fue utilizada para los pesos más pequeños: 8,9 y 10 arrobas, que corresponden a 100, 112,5 y 125 kilos; la piedra cúbica y rectangular oscila entre las 10 y 17 arrobas, que corresponden a 125 kilos y 212,5 kilos respectivamente, con pesos intermedios más frecuentes de 137,5, 150, 163,5, 175, 187,5 y 200 kilos. La piedra esférica, llamada vulgarmente bola, acostumbra a ser de 9 y 10 arrobas.
Las pruebas de levantamiento de piedra han sido, casi siempre, apuestas entre dos atletas que actúan uno después del otro, nunca al mismo tiempo. Incluso en concursos la actuación no es simultánea, sino sucesiva.
Suele montarse en el suelo un cuadrado de sacos de arena o cubiertas de automóvil, sobre el que se arroja la piedra, una vez nivelada sobre el hombro. Un ayudante prepara la piedra en posición correcta para el siguiente levantamiento.
El levantamiento de piedra, hasta “Arteondo”, fue deporte limitado al ámbito familiar del caserío o de la cantera. Interesaban más al público otros ejercicios de fuerza utilizando pesas, al estilo olímpico, o trozos de plomo que habían que levantar sobre la cabeza en un vigoroso impulso. Pero “Arteondo” desterró las piedras irregulares, dando una nueva dimensión al levantamiento, y fijando sus formas y pesos clásicos.
Victor Zabala “Arteondo” tuvo una vida deportiva muy dilatada –entre 1910 y 1945- y su principal rival fue Pedro María Txurruka “Aritza”. Otros grandes levantadores que les siguieron fueron “Ziaran Zar”, “Ondartza”, “Errekartetxo”, “Usategieta”, “Soarte”, los hermanos “Agerre”, “Endañeta” y “Urtain”.
Más recientes están los nombres de “Goenatxo” y Mikel Saralegi. Pero el atleta que ha revolucionado este deporte dándole una nueva dimensión ha sido Iñaki Perurena, sin discusión el número uno del deporte autóctono vasco en los últimos tiempos.
Como en las otras modalidades, la competición en apuesta o desafío ha dado paso en el levantamiento de piedra a campeonatos organizados oficialmente y a las exhibiciones en fiestas.