Principales Retos en la Ordenación del Territorio de la CAPV.
El primero y más importante de los retos que se plantean las DOT es alcanzar un consenso amplio entre las diversas Instituciones de la vida política y social y entre la mayor parte posible de los ciudadanos vascos con respecto a los grandes temas asociados a la definición del Modelo Territorial de la Comunidad Autónoma. La oportunidad de aunar criterios y recuperar una ilusión colectiva de recualificación del marco urbano y territorial es, sin lugar a dudas, uno de los temas clave en esta etapa de puesta en funcionamiento de estrategias de Ordenación Territorial en el País Vasco.
1. El territorio como herencia y como proyecto: necesidad de un equilibrio entre ambos conceptos.
Cualquier planeamiento acertado y ajustado que se pretenda elaborar deberá tener en cuenta siempre tanto las necesidades actuales como las potenciales futuras. A unas Directrices de Ordenación Territorial lo que principalmente le corresponde es preparar el territorio a los cambios esperados y dotarles de la flexibilidad suficiente para ser capaces de integrar aquellos nuevos factores que vayan surgiendo.
Paradójicamente, en los tiempos actuales, cuando más rápidos son los ritmos de cambio, más lentos se nos vuelven los mecanismos de respuesta y de adaptación a los cambios que tiene nuestra sociedad. Por ello, la Ordenación del Territorio hemos de enfocarla de manera anticipativa y creativa. Es necesario, cuanto antes, introducir medidas correctoras que se anticipen a las evoluciones más probables que podemos detectar de la mano de la prospectiva.
Es necesario plantearnos la necesidad imperiosa que tenemos de quemar etapas y de recuperar tiempos perdidos.
En este sentido, la sociedad, la economía y el territorio no son sólo una herencia del pasado sino también los componentes básicos de nuestro proyecto de futuro. Así, del mismo modo que una Ordenación del Territorio que tratase de solucionar los desequilibrios del pasado siguiendo fuentes y modelos de comportamiento que respondiesen al pasado no sería ni útil, ni coherente, tampoco, dar saltos en el vacío, sin tener en cuenta las inercias, sería deseable ni pertinente.En definitiva, de lo que se trata es de conciliar una Ordenación del Territorio que recoja la herencia y los desequilibrios del pasado e intente corregirlos en consonancia con las apuestas de futuro y la trayectoria que un escenario deseable nos marca y establece. Por ello, nuestro principal esfuerzo consistiría, a la luz de la información que nos proporciona la prospectiva sobre los hechos, las ideas y las tendencias, portadores de futuro, ajustar y adecuar el territorio a las necesidades de la sociedad y de las actividades económicas del futuro.
Hemos de comprender que el sistema societario se comporta de un modo holístico, donde el todo es mucho más que la suma de las partes. Según como establezcamos la Ordenación del Territorio ésta puede convertirse en un freno insuperable para el desarrollo económico y viceversa. El motor de la economía, máxime con el actual proceso de globalización, se mueve a nivel internacional, tan sólo, los frenos se establecen a un nivel de lo local. Por consiguiente, uno de los mayores retos de futuro que tenemos los vascos es el de dotarnos de una Ordenación del Territorio que responda a las necesidades de futuro tanto de las actividades económicas como a los de la propia sociedad en su conjunto en el marco de una economía sostenible.
Si hasta hace aproximadamente 20 años, los ciclos de la economía, de la sociedad y del territorio iban más o menos parejos en el tiempo, en la actualidad, los ritmos de maduración y de ajuste son diferentes. Un ajuste de la sociedad puede requerir el ciclo de una generación. El territorio, en general, trasciende a dos generaciones y la economía, dado el progreso técnico y la aceleración de los ritmos de avance científico, por desgracia, apenas requiere más de una década y dada la aceleración que conocemos, mucho nos tememos que los ciclos se acortarán más todavía. En consecuencia, no sería muy aventurado decir que, a medida que transcurran los años, los problemas de ajuste se complicarán aún más. La única alternativa que tenemos es la de anticiparnos a los acontecimientos y trabajar en el largo plazo.
El ajuste del Sistema Polinuclear Vasco de Capitales debe ser un proceso que permita compensar la pérdida de centralidad del Bilbao Metropolitano en el contexto europeo. Este ajuste debe, en cualquier caso, asumir el reto de renovar, revitalizar e impulsar el Bilbao Metropolitano como pieza territorial muy importante y con enorme influencia en la evolución del conjunto de la vida económica, social y cultural de Euskadi.
Quizá en relación con el enunciado esté el reto de propiciar transformaciones urbanas positivas asociadas a las necesarias transformaciones del aparato productivo de la Comunidad Autónoma. En particular, el potencial de terciarización de la economía vasca supone una irrepetible oportunidad histórica de recualificación urbana. Estas Directrices asumen el reto de intentar transformar los "problemas" de deterioro urbano en "oportunidades" de recuperación de los valores de la ciudad, y ello, en un contexto favorable debido a la necesidad de reconversión de una parte significativa de la industria vasca.
También parece fundamental destacar el gran reto que supone afrontar la caótica situación urbana que actualmente presentan un número significativo de ciudades vascas. Son ciudades "producto", desarrolladas por exigencias productivas de la etapa industrial y con un nivel insuficiente de calidad urbana y ambiental.
Las DOT asumen asimismo el reto de plantear estrategias integradas de recuperación de núcleos pequeños regresivos económica y demográficamente pero que, sin embargo, tienen gran valor cultural, ambiental y urbano, y que por sí mismos no pueden afrontar una supervivencia adecuada. Teniendo en cuenta los altos niveles de densidad de la población vasca y la fuerte saturación que se produce en algunos puntos del territorio, la existencia de núcleos pequeños de estas características debe considerarse como un importante activo, más en términos cualitativos que cuantitativos, que ayuda a dotar de variedad, riqueza y atractivo al conjunto del territorio de la Comunidad Autónoma del País Vasco.
La Ciudad y el Territorio constituyen bienes colectivos. La calidad y coherencia urbana o territorial no se consiguen mediante intervenciones aisladas de determinados agentes o instituciones. Es necesario un consenso en cuanto a las pautas de intervención, se requiere en cierto modo un lenguaje colectivo. En este sentido, las DOT asumen el reto de sugerir líneas de actuación y propiciar la adopción de una filosofía compartida en cuanto al tratamiento de problemáticas similares. Esta conciencia colectiva de solucionar las cuestiones clave que a todos nos afectan es, por supuesto, compatible con las peculiaridades de los diferentes ámbitos espaciales y con el respeto a la idiosincrasia de cada núcleo.
Las DOT asumen asimismo el difícil reto de propiciar la coordinación e integración de políticas sectoriales proponiendo o sugiriendo medidas concebidas en su conjunto de forma integrada y que se plantean con la intención de generar "efectos sinérgicos" fuertes en la dirección de obtener los resultados territoriales deseados.
Otro punto clave es la coordinación de planeamientos municipales. La búsqueda de un equilibrio adecuado entre el necesario respeto a las competencias municipales en materia urbanística, e incluso, la conveniencia de que cada Ayuntamiento asuma sus propias estrategias para la configuración de la ciudad a la que aspira, y por otro lado, la posibilidad de incidir en la consecución de un modelo territorial equilibrado, se presentan como un reto clave. De hecho, su importancia es decisiva en el contexto de la realidad territorial vasca. En el cuestionario de participación municipal, se pudo constatar que el 91,8% de los Ayuntamientos de la CAPV consideran necesario desarrollar directrices de planeamiento que coordinen las actuaciones municipales. El alto nivel de participación institucional a través de alegaciones y sugerencias al documento de Avance y la reformulación de este documento sobre la base de las aportaciones realizadas, son una garantía de integración de la visión global con los enfoques sectoriales y municipales.
Estas Directrices además, afrontan el reto de implementar y hacer comprender en un clima de necesario consenso que potenciar selectivamente puntos del territorio no implica crear desequilibrio, sino complementariedad. Hay servicios, dotaciones, imágenes urbanas, etc. que requieren un umbral de demanda amplio. La equilibrada distribución de las actuaciones que tienen una proyección supramunicipal sólo puede acometerse desde una perspectiva territorial amplia y desde una reflexión integrada y pluridisciplinar.
2. Flexibilidad combinada con control y fijación de limitaciones.
La máxima flexibilidad que sea posible y el máximo control que sea necesario sería el lema más adecuado y que debería iluminar las DOT como una de las maneras más sabias y prudentes de conciliar el ciclo económico con el de la propia sociedad y el del territorio. La flexibilidad que debe caracterizar a unas directrices de ordenación territorial, imprescindible para lograr la deseable coordinación de las intervenciones sobre el territorio, no excluye el que deba integrar, en los casos que se considere necesario un control y fijación de limitaciones en aquellas partes del territorio más sensibles a la degradación o respecto al control de crecimientos exagerados que finalmente hipotecan futuras decisiones.
El gran reto de las DOT, la razón y legitimidad de su existencia está precisamente en poder introducir unas pautas coherentes en esta difícil pero apasionante tarea de ordenar la relación de la población vasca con su medio urbano y territorial.
3. Enfoque prospectivo. Retos y desafíos de futuro.
Ordenar el territorio en un mundo abierto en continua transformación. Preparar el territorio para un mejor ajuste entre economía, sociedad y territorio, lo cual exige grandes dosis de flexibilidad en la ordenación territorial.
Superar la oposición entre desarrollo local y desarrollo metropolitano. En una economía globalizada, la relación entre la metrópoli y el resto de las ciudades que configuran el entramado urbano de un territorio se configura a modo de red, donde el desarrollo local articula a su vez, el desarrollo metropolitano.
Inscribir en un proyecto de medio-largo plazo, un compromiso entre el entramado económico empresarial y el territorio.
La ordenación del territorio debe ser un componente central de la regulación de una sociedad eficaz, abierta y solidaria.