Departamento de Cultura y Política Lingüística

21. Sel de Elorrola Goitia (OÑATI)

ETAPA 2: ZUMARRAGA • ARANTZAZU

Los seles: testigos de antiguos usos ganaderos y forestales

Para comprender lo que es un sel es preciso abordar el concepto desde dos perspectivas: una es jurídica y la otra es física. Desde el primer punto de vista podemos decir que se trata de un ámbito limitado que disfruta de una regulación distinta a la que reina a su alrededor. Son parcelas que se establecieron dentro de un ámbito comunal o de uso público y, sin embargo, en ellas se mantienen usos privativos de los que disfruta su propietario, su arrendador o cualquier otra entidad o persona que tenga algún tipo de usufructo sobre ese terreno. Los aspectos físicos se establecieron, posiblemente de forma progresiva, para que cumplieran mejor con su cometido.

Las investigaciones más recientes nos llevan a pensar que, generalizando, en torno al año 1100 el disfrute del monte en el País Vasco se organizaba de una forma en que el acceso a los pastos no era libre y quienes no pertenecían a una aldea o jurisdicción concreta no podían mantener su ganado en ellos por la noche. Así, los locales contaban con una ventaja respecto a los extraños, que con la caída del sol debían volver a sus casas o majadas originales. Los seles se constituyeron como salvedad a esta norma, ya que quienes tenían derecho de uso sobre ellos podían albergar allí los animales, también de noche, aunque procedieran de otras poblaciones.

Con el tiempo, a partir de la Baja Edad Media, la función y el uso de los seles fue variando y en muchos de ellos el uso ganadero se combinó con el forestal. En otros se fueron construyendo caseríos y se dedicaron a labores agropecuarias variadas pero estables. Así, poco a poco se han ido transformando en meras parcelas, cuya principal peculiaridad es su forma.

A partir del final de la Edad Media sabemos que los seles se fundaban a partir de un centro, donde se instalaba un mojón central o austarria, en euskara. Este nombre proviene, al parecer, del rito de enterrar cenizas bajo la piedra en el momento de su instalación o incluso un fragmento de teja, ambas como símbolo del hogar. Tomando este eje se establecía una circunferencia, que era el área en el que estaban vigentes los privilegios atribuidos a la parcela. El límite exterior se definía con piedras similares (a veces más sencillas) al del centro o se marcaban los árboles perimetrales. El diámetro del sel no era aleatorio y presentaba medidas estandarizadas que variaban dependiendo de la zona geográfica y de si se había creado para el verano o para el invierno.

El sel de Elorrola Goitia

El sel de Elorrola Goitia se menciona por primera vez en 1439. Años después, en 1496, consta entre los 5 seles que el monasterio alavés de Nuestra Señora de Barria poseía en Urbia y la Sierra de Urkilla. El monasterio y el concejo de Oñati mantuvieron una fuerte disputa sobre el aprovechamiento de los pastos de Urbia y Artia, propiedad de Oñati. El cenobio alavés accedía a estos recursos gracias a que era propietaria de los seles y albergaba en ellos el ganado que apacentaba en aquellos montes.

Actualmente, en el sel (de unos 330x290m de extensión) se desarrolla una vegetación (coníferas) diferente a la del entorno (caducifolias). Si exploramos su interior, encontraremos en su centro un mojón prismático de piedra arenisca que presenta, en la parte superior, dos líneas entrecruzadas en ángulo recto y un orificio en su intersección (elementos relacionados con la medición de la parcela). También se han conservado algunas piedras perimetrales (este y oeste). El acceso actual se realiza desde Urbiarrate, justo antes de que alcancemos los prados de Urbia, tomando un desvío a mano derecha, hacia abajo.

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