2. Núcleo antiguo de Irun
ETAPA 1: HONDARRIBIA • DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN
De la Oiasso romana al Irun moderno
En este lugar, hace aproximadamente 2000 años tuvo lugar el nacimiento de una civitas romana, es decir, un asentamiento con rango de ciudad que vivió su apogeo en el siglo II. Su fundación se explica como núcleo de gestión del distrito minero de Peñas de Aia, donde se explotaban, principalmente, la plata y el plomo. Durante este período constituyó una urbe que contó con infraestructuras propias de un asentamiento de importancia regional. Se han descubierto restos de termas, de infraestructuras portuarias, de residencias y locales comerciales, construcciones de almacenaje, instalaciones productivas (de hierro), etc. mientras que aún no hay constancia de otras posibles instalaciones propias de ciudades de su rango, como serían los templos, el foro y las infraestructuras de ocio (por ejemplo, un teatro). No obstante, sí se conoce una necrópolis de esta época, actualmente visitable, en la ermita de Santa Elena. Además, para profundizar más en este pasado romano de la ciudad, puede visitarse el Museo Oiasso, situado en las inmediaciones de la parroquia del Nuestra Señora del Juncal.
Lo cierto es que no se han localizado restos de actividad a partir del siglo V, pero tenemos constancia de la pervivencia del puerto “de Oiarso” en el siglo XII, por lo que la población pudo haber vivido un decaimiento entre la época romana y medieval. La aldea de Irun, aunque sometida a la jurisdicción de la villa de Hondarribia, al menos desde la fundación de ésta en 1203, seguía manteniendo una importancia capital en el comercio a través del río Bidasoa, vía de comunicación natural entre Navarra y el Golfo de Bizkaia. Con el tiempo, y a pesar de la constante oposición de la villa de Hondarribia, Irun consiguió su autonomía y su protagonismo creció en los siglos XIX y XX, hasta convertirse en la cabecera de comarca y la segunda población de Gipuzkoa gracias a su situación estratégica en la frontera con Francia.
Un patrimonio amenazado
Aunque actualmente resulta evidente que la posición geoestratégica del asentamiento irundarra constituye un acicate para su florecimiento, durante la Edad Moderna este emplazamiento supuso una habitual amenaza para la población. Su ubicación fronteriza y su posición en la entrada natural desde el Continente a la Península ibérica han provocado que haya sido objeto de ataques y destrucción en más de una ocasión. La última tuvo lugar durante la Guerra Civil, en la que la ciudad fue incendiada en el asedio de las tropas franquistas, en su pretensión de tomarla para controlar las vías de comunicación terrestres entre España y Francia.
A pesar de los embates de la guerra, podemos distinguir varios edificios que dan muestra de su antiguo origen. Además del Ayuntamiento, erigido entre 1756 y 1763 (por Felipe Crame) de estilo barroco aunque con regusto clasicista, encontramos el palacio Arbelaitz, levantado en el siglo anterior. Construido en mampostería de caliza y, su ampliación, en arenisca, presenta una distribución regular de los vanos en la fachada, con el escudo del linaje esculpido sobre la ventana que corona la entrada. Ascendiendo desde la plaza San Juan, en el número 9 de la Calle Mayor, encontramos un edificio singular, con ventanas y puerta de acceso conopiales, propios del tardogótico. Finalmente, en la calle Kontrakalea nº16, hallamos los restos de otra edificicacion renacentista que sobrevivió al último incendio vivido por la ciudad.