18. Fuente de Kutraia (San Sebastián)
ETAPA 1: HONDARRIBIA • DONOSTIA-SAN SEBASTIÁN
La ciudad y el suministro de agua
La villa de San Sebastián siempre contó con sus instalaciones de suministro de agua potable para la aglomeración urbana, bien por los manantiales que surgen al pie del monte Urgull, bien por los pozos que se abrieron en el interior de la villa. Posteriormente se realizaron conducciones para transportar el agua dulce desde el exterior. Además de su consumo alimentario, el agua era necesaria para el higiene y la limpieza, la actividad artesanal, el riego, etc.
Con la construcción de los primeros ensanches durante la segunda mitad del siglo XIX, la población de la ciudad aumentó y la demanda de agua creció, bien en las fuentes públicas como en casas y locales particulares. Además, ya desde mediados del diecinueve los consistorios se ocuparán de facilitar nuevos servicios a la ciudadanía, como son los mataderos, los lavaderos, las fuentes públicas en los nuevos barrios, etc. Así, se construirán los lavaderos del Chofre (1843, sustituido en 1898), de Amara Viejo (1884), Antiguo (1889) y Egia (1894).
Para suministar agua a estas instalaciones fue preciso realizar acometidas de varios kilómetros de distancia, obteniendo el agua de manantiales. Este sistema dependía, en gran medida, del ciclo hídrico anual, de forma que no siempre era posible garantizar el volumen y la presión necesarios para el abastecimiento público. Para solventar esta variabilidad, con anterioridad a la construcción de los embalses de Artikutza (1960) y Añarbe (1975), se realizaron dos depósitos en Ategorrieta, conocidos con los nombres de Soroborda (1869) y Buskando (1899), el último de los cuáles presenta una gran belleza arquitectónica y se encuentra accesible actualmente.
La fuente-lavadero de Kutraia
Se trata de una instalación construida para captar el agua del manantial que brota en el lugar y retenerla para servir de lavadero de ropa a los vecinos de los caseríos de Ulia, muchos de ellos hoy desaparecidos. Su peculiaridad reside en que consiste en una construcción soterrada a la que se accede por sendas escaleras ubicadas, de forma asimétrica, en cada uno de sus lados. Está fabricada en mampostería de arenisca del propio lugar. En definitiva, se trata de una obra de factura sencilla y popular, que estaba destinada al servicio de los habitantes de la zona.
Existen menciones a que ya se encontraba construida a fines del siglo XVIII y se trata de un ejemplar único en San Sebastián, tanto por su longevidad como porque los demás lavaderos fueron eliminados progresivamente. En fechas más recientes, con la instalación del tranvía de Ulia (1901-1902), el acceso a ella desde la ciudad se hizo más sencillo, especialmente para las lavanderas que tenían que acceder al lavadero cargadas de ropa.