19. Dolmen de Artzanburu (OÑATI)
ETAPA 2: ZUMARRAGA • ARANTZAZU
El arcaico dolmen de Artzanburu se erige solitario en el raso de la altiplanicie de Artzanburuzabal, dominando las espléndidas praderas de Urbia, y destaca por su blancura entre el verdor del pastizal.
Este panteón comunitario fue erigido hace 5.000 años por grupos de cazadores-recolectores que también practicaban la ganadería y que aprovechaban estacionalmente los recursos naturales de este soberbio entorno de montaña. Así, recurrieron a inhumar en su ámbito una parte de sus muertos, acompañados por objetos de uso común y de ofrenda como bagaje en su viaje a la ultratumba.
Esta construcción funeraria fue descubierta en 1917 y en ella se practicada una excavación arqueológica al año siguiente. A pesar de encontrarse revuelta, se constató en el centro su cámara mortuoria, de planta rectangular, constituida por 5 losas dispuestas verticales, con el eje longitudinal orientado N-S. El piso de la cámara se halla guarnecida con otra losa, mientras que la cubierta está desmontada y rota, fruto de la violación sufrida por el panteón. La instalación se completa con lo que resta de un túmulo formado por tierra y pedruscos de tamaños diversos, que cubre la cámara y su perímetro más cercano. Gracias a la intervención se pudo constatar la utilización como material de construcción de materiales del entorno y de las inmediaciones, como son las rocas calizas y areniscas que componen cámara y túmulo. Sin embargo, se identificaron también los restos de cuando menos un inhumado adulto, sin ajuar mortuorio aparente.
Este tipo de construcción megalítica como la que se ha descrito recibe el nombre de “dolmen”, que en bretón significa “mesa grande de piedra”, fruto sin duda del parecido que guardaría una posible construcción de este tipo con una cámara dolménica desnuda, es decir, sin túmulo.
Por otra parte, la alteración sufrida por el monumento, si bien no sabemos en qué momento de la historia tuvo lugar, se encuentra relacionada probablemente con la leyenda documentada en la última centuria de que este tipo de monumento megalítico constituía una sepultura de “gentiles”. Según las diferentes leyendas que se han documentado, estos personajes mitológicos paganos, dotados de fuerza descomunal y poseedores de conocimientos vedados a los cristianos, eran enterrados con cencerros y hasta odres de buey rellenos de oro. Es por ello por lo que su deplorable estado es posiblemente fruto de la búsqueda de esos imaginarios tesoros en el pasado.
Continuando con la leyenda y la relación de los dólmenes con estos personajes mitológicos, el de Artzanburu hasta no hace muchos años se consideraba que, lejos de constituir una tumba mítica, era la simple consecuencia del juego de lanzamiento de peñas practicado entre dos jentiles. Uno apostado en el paraje de Aitzabal, frente por frente al Santuario de Arantzazu, y otro establecido en el de Pagobakoitza, lugar en el que se erige otro magnífico panteón megalítico similar, ya en las campas de Urbia.
Finalmente, también se ha tenido como asiento utilizado por la Virgen María, para descanso, en sus fantásticos paseos de asueto desde su residencia en Arantzazu (donde supuestamente a mediados del siglo XV se apareció a un pastor), a través de este escenario de Artzanburu, en dirección al entorno de Urbia.
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